En la mitología griega, un cuervo era servidor de Apolo, y éste lo envió con la copa (constelación de la Copa) a que le trajese agua, pero el cuervo tardó en volver porque estuvo esperando a que madurara un higo cerca del manantial. Trajo la copa y una serpiente de agua entre sus garras y dijo a Apolo que se había retrasado porque la serpiente le había atacado. Apolo, sabiendo que el cuervo mentía, puso a los tres en el cielo: condenó al cuervo a estar sediento siempre, pues aunque la copa está cerca, la serpiente (constelación de la Hidra), no le permite beber.